(Imagen: Ubé)
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Soy un elefante tardío enroscando su trompa
sobre la arena del tiempo.
Deambulo entre los árboles
(mi cintura natural es hiedra y alcanza, despaciosamente,
las barbas de Dios).
Si canto, olvido el rincón aquel donde descansa
el sexo hambriento de mi muñeca.
Si canto, asoma un cristal oscuro a la caverna de mis ojos.
Y es entonces que me convierto en bestia
bajo la boca del barro.
Silbo y es alguien distinto a mí
musitando una oración
(larga / como la música que lleva la ceniza más amada entre sus manos).
Del pulso metálico de los escombros, vengo
(he morado en museos de hielo / en el vientre de estatuas
que ahora duermen sobre la ruina de un pétalo).
No entiendo más idioma que el de los insectos
(sus conversaciones de hilo sobre el fruto del agua).
Mi sombra habla de mí, pero el espejo ha dejado
de reconocer mis heridas más bellas.
La víspera de ayer me desviste el alma de este poema blanco
que se ha puesto a temblar.
Porque también fui niña en el interior de un muslo
perfumado de mujer.
“Hombra” (no hembra)
pariendo cáscaras de niños azules,
caminando por el labio del mar,
dejando tras los huesos, el recuerdo ahogado de mis trenzas.
No tengo casa
ni aceras.
Sólo un canto erguido en los pies,
en los ojos,
en la lengua cansada de mi sangre.
Eres la «hombra» cuya obra roza la perfección. Gracias por enamorarme una vez más y gracias por seguir escribiendo.
Un saludo, profesora.
Hola, Paula
cuánto tiempo..me alegra divisarte por este espacio sideral tan de «Hombras».
Un abrazo muy fuerte para ti
(Seguro que tú también sigues escribiendo )
Gracias por saludarme..y por leerme
Angélica.