Digo que esa puta que cruza el asfalto de una mirada soy yo. Y el pan podrido entre las manos. Y el mantel con manchas familiares.
Digo que me duele el otoño, la ternura de un pájaro dentro del pecho, ese domingo sin casa que hunde el pico de un lunes en la piel del cristal.
Digo que hay ángeles de hiel y misericordia guardando la soledad de mi cama, que a ratos escucho los pasos del miedo sobre esta hoja.
Digo que no logro acostumbrarme a la noche, que me duele el hueco de una palabra, que he de vivir hasta que Dios destape la botella de mi carne y broten los gusanos felices.
Digo que la menstruación ya no.
Digo que los hombres ya no.
Digo que ha venido el sudor y el frío para lamer mis bragas.
Digo que escribiré una historia donde las mujeres vivan en lo alto del golpe, donde las mujeres arrojen sus cadenitas de oro sobre la boca de un catecismo, donde las mujeres circulen desnudas sobre el luto de la tarde.
Digo que me pesan los años y los barbitúricos.
Digo que drogarse es morir de amor por los agujeros del tiempo.
Digo que mañana me ataré un globo a la sangre, que hay océanos en los que el agua se convierte en vino dulce sin afeitar.
Digo que celebraré la fiesta de mis cien años.
Digo que vendrán los cuervos y una manada de madres sin cabeza.
Digo que hay tantas horas perdidas lamiendo la soledad de mi almohada.
Digo que venga la lluvia.
Digo me puede el asco y una mascarilla higiénica.
Digo que mañana abrirá sus piernas idéntica madrugada y caerán sufrimientos negros y pateras negras y una bandera muy recta poniéndose a caminar en mitad de una tierra que ya se ha ido.
Preciso soltar un «coño» antes de expresar cuanto me gustan tus versos, como si de esa forma adquiriera mi voz el tono necesario para hacerlo. Y preciso sentirme en tu garganta cuando se agitan tus versos hacia fuera. Como un ser necesitado de verdades sin corsés ni tapabocas. Me siento en ti, dentro de tu cuerpo y de todos los cataclismos que provocas. Como si no tuviera remedio. Que cosas pasan, mi querida Angélica.
Muchas gracias, Juan. Es que la poesía está para eso, para caminar desnuda y sin piel por este mundo de ceniza. Me alegra que mis versos te pongan del revés, de eso se trata, de habitar esa herida invisible que nos escribe. Un abrazo enorme y feliz semana de tormento.
Gracias por tus palabras. Pienso que dentro de un poema hay que ser libre ya que en la vida muchas veces no es posible. Me alegra que disfrutes mis versos. Feliz semana.
Preciso soltar un «coño» antes de expresar cuanto me gustan tus versos, como si de esa forma adquiriera mi voz el tono necesario para hacerlo. Y preciso sentirme en tu garganta cuando se agitan tus versos hacia fuera. Como un ser necesitado de verdades sin corsés ni tapabocas. Me siento en ti, dentro de tu cuerpo y de todos los cataclismos que provocas. Como si no tuviera remedio. Que cosas pasan, mi querida Angélica.
Muchas gracias, Juan. Es que la poesía está para eso, para caminar desnuda y sin piel por este mundo de ceniza. Me alegra que mis versos te pongan del revés, de eso se trata, de habitar esa herida invisible que nos escribe. Un abrazo enorme y feliz semana de tormento.
Gracias por tus palabras. Pienso que dentro de un poema hay que ser libre ya que en la vida muchas veces no es posible. Me alegra que disfrutes mis versos. Feliz semana.