(Imagen: Ubé)
Yo
Yo,
estos dedos escribiendo el vacío,
la casa ahogando sus grietas.
Yo,
este frío inconmensurable,
esta quietud arriba de una lámpara.
Yo,
un hipopótamo rosa que pierde altura y cae
hacia un abismo conocido.
Yo,
mujer rota,
herida,
demencial.
Yo,
abarrotada de señales,
en mitad de una cárcel de pétalos de rosa y gasolina.
Yo,
navegando sin ojos sobre el inmenso vacío del agua
devorando la fruta animal que se olvida en el fuego.
Yo,
barco o tiburón,
océano todo secándose a la sombra.
Yo,
enamorada de mí,
espejo travestido,
día azul queriendo ser blanco.
Yo,
nadie,
acaso máscara
o escenario,
acaso vómito en un número semanal que no recuerdo.
Porque los recuerdos se borran entre las manos,
se los traga el carmín,
el beso áspero de la noche.
Se lo bebe lo solo,
el cigarrillo,
el ansia de vida que se agota.
Yo,
un deshacer nudos y volverlos a construir.
Yo,
botón que pare una tristeza muy dulce,
garganta de tierra que ruge su hambre y su silencio,
árbol desnudo tras el cristal de un invierno que no alcanza.