
ATAÚDES DE FUEGO
Ahora que nos derrumbamos.
Ahora que el hambre camina de puntillas sobre la mesa.
Ahora que la mujer abre sus piernas
para dar a luz a los relámpagos.
Ahora,
escúchame bien.
Ahora que estamos solos,
sin versos
ni piel en los diccionarios,
sin lentes de cristal
ni alcohol de mariposa con las alas quemadas.
Ahora que estamos perdidos
y somos lentos de lengua
y somos lentos de espíritu.
Ahora que se multiplican las palomas enfermas
sobre el corazón ulcerado de Cristo.
Ahora que el sol se esconde
y nos trae lagartijas calientes y fileteadas.
Ahora,
hermano,
padre,
animal destructivo.
Ahora que los verbos nadan
en el agujero de una canción de cuna.
Ahora que el tiempo estira su trompa
y se hace pis en los telediarios.
Ahora,
escúchame bien.
Ahora que las madres son camiones desesperados
en el asfalto de una idea.
Ahora que Dios no existe
y en su lugar crecen escorpiones
y ataúdes de fuego.
Ahora que me llamas
y me nacen muros en los tímpanos
y excursiones de la tercera edad.
Ahora que nada pasa
y se inflama el terror en nuestra almohada.
¿De qué sirves, humanidad?