Por fin mi nuevo poemario «Asno Mundo», Premio Internacional de Poesía Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria 2013, llega a mis manos. Estoy febrilmente contenta. Además, la magnífica portada es del señor Ubé, lo cual hace más especial este regalo. Os dejo estos poemas para abrir boca…
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Debería haberme levantado de la cama y escribir tu nombre en el viento.
Escribir “Alice”, como un suicidio en pleno día.
Arrancarte la piel con mis ojos (aquel sombrero con perlas que tanto te gustaba) y arrojarte después al vacío, desde un puente.
¿Sabes?, soñé (cuando no estabas)
una lápida gris con nuestros nombres en el cementerio de Montparnasse,
en mitad de los tilos.
Y soñé lluvia (todas las gotas gordas y enamoradas que soñó Cortázar / sus cigarrillos barbados).
El amor es una planta tóxica (admitamos la teoría de una vez)
que envenena las vísceras, que viste de azul el corazón.
Nada existe fuera del amor, ni las tazas de café, ni el canto de los cocuyos sobre un almendro sin flor.
Muere la música si no hay amor y yo (siempre en sueños) me abrazo a ti
convertida en bailarina sin piernas.
Pecho contra pecho (me abrazo a tu sombra en llamas),
con idéntico vestido, sangrando en blanco como todas las novias tristes.
Y bailo (o te bailo en el espejo que guardo en el cajón).
Y puedo ser hombre o pantera líquida al mismo tiempo.
Y también quemar las naves a la orilla de una playa que no existe.
Y beberme todas los números de una misma moneda con tu rostro.
Debí haber escrito tu nombre en el viento, Alice,
cambiarte por el bastón hambriento de un niño al que le han vaciado los ojos y camina hacia ti, perdido, en mitad de una selva
(perdido y sucio como esta ciudad enferma que nos mira).
Hay una suerte de nostalgia en tu forma de asirte a mis caderas.
Te hundes en mi carne como un fantasma enfermo y me toses en el corazón
(al oído también, en el centro mismo del pubis, me toses).
Y yo ya no soy yo sino un perfume de semen que flota en mitad de los salones,
que hace inclinar la cabeza de la reina más puta.
Roja es tu esencia, Alice, y evaporada , igual que la silueta de un barco caído en el triángulo de mis manos.
Es una obligación amar (amar en círculos es obligado).
Naufragando en un desierto nocturno, sin pájaros a los que arrojar piedras.
Debería haberme levantado de la cama y escribir tu nombre con mi dedo enamorado, Alice.
Tejer con mi sangre todos los huesos de tu vestido.
17
Todo lo que se conforma está condenado,
se destruye la materia y cae a los charcos.
Hay en la mella de un campesino tierra podrida,
círculos de vegetales huyendo del hambre.
También las flores se extinguen en el interior del pecho,
estallan sus pétalos de pronto,
antes de que el amor cumpla su juramento.
He visto el cerebro de los niños
bailando a dos metros bajo el suelo
mientras sus madres fumaban y miraban fotografías
de hombres plásticos.
El silencio intoxica la acción (creedme).
Fulmina el diálogo de un pez en la ventana.
Y he aquí que todo lo que muere conversa en un rincón,
con los gusanos dormidos en tu boca.
Nada tengo que decir al respecto de los días, excepto
que traen fósiles de sirenas, es por eso que
tejo mantos de nylon y escamas, a medianoche,
al tiempo que se pierden los barcos entre los acantilados y llegan a la
playa cuchillos con piernas.
Todo lo que besa el corazón, vuela,
se hace fuga de violines sobre el hombro en espiral de una mujer.